22° Festival de Cine Alemán

Un panorama del cine alemán

Por Martín Chiavarino

Con el apoyo de la Embajada de la República de Alemania en Buenos Aires, el Goethe Institut y German Films, el Festival de Cine Alemán en Buenos Aires celebra su vigésima segunda edición a cargo de Gustav Wilhelmi del 8 al 14 de septiembre para traer nuevamente un panorama del cine alemán contemporáneo a las pantallas de Buenos Aires. El Festival se realizará una vez más en el Cinépolis Recoleta, ubicado en el barrio homónimo en la calle Vicente López 2050 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Este año el Festival se enfoca en la Conferencia de Wannsee, donde los jerarcas nazis se pusieron de acuerdo en la implementación de la Solución Final, la deportación de los judíos de toda la Europa ocupada a los campos de concentración, por lo que a la exhibición del film La Conferencia (Die Wannseekonferenz, 2022), dirigido por Matti Geschonneck, sobre ese episodio oscuro de la historia alemana, se suma un diálogo entre el realizador y el director del Museo del Holocausto en Buenos Aires, Jonathan Karszenbaum, moderado por la periodista Astrid Riehn. También habrá espacio como todos los años para la selección de cortos alemanes denominados Next Generation Short Tiger Films, una película para toda la familia, La Estrella de Laura (Lauras Stern, 2021), de Joya Thome, el documental Imágenes de Mi/ Una Madre (Bilder (m)einer Mutter, 2021), de Melanie Lischker, y otros seis largometrajes, El Falsificador (Der Passfälscher, 2022), El Futuro es un Lugar Solitario (Die Zukunft ist ein Einsamer Ort, 2021), de Martin Hawie y Laura Harwarth, Nadie con los Terneros (Niemand ist bei den Kälbern, 2021), de Sabrina Sarabi, Relaciones Imposibles (Generation Beziehungsunfähig, 2021), de Helena Hufnagel, Todo va a Cambiar (Everything Will Change, 2021), de Marten Persiel, y Toubab (2020), de Florian Dietrich, que componen una perspectiva del cine germano de los últimos dos años. El cierre elegido por el Goethe Institut, dirigido por Katharina Rubin-Roth, será el sorpresivo reestreno del tributo de Wim Wenders a la coreógrafa alemana Pina Bausch, Pina (2011), que se exhibirá en su versión en 3D, película que reemplaza a las famosas restauraciones de films mudos con música en vivo a los que el Festival nos tenía acostumbrados, a modo de preparación e incentivo ante el estreno de Obra del Demonio, dirigida por Diana Szeinblum, para el ciclo Invocaciones que homenajea a Pina Bausch en el Teatro Nacional Cervantes.

 

El Falsificador (Der Passfälscher, 2022), de Maggie Peren:

 

El cuarto largometraje de la realizadora alemana Maggie Peren, El Falsificador (Der Passfälscher, 2022), su mejor trabajo hasta la fecha, reconstruye los años más difíciles de la vida de un artista gráfico alemán radicado en Suiza desde 1943, Cioma Schönhaus, un falsificador de documentos de identidad que ayudó a uno de los movimientos protestantes que se oponían a las ideas de unificación del protestantismo, lo que a la postre salvó a cientos de ciudadanos judíos del genocidio nazi. Basado en las memorias del propio Schönhaus publicadas en 2004 en Alemania, el film narra con lujo de detalles la vida de los judíos en Berlín durante la Segunda Guerra Mundial antes de la implementación total de la Solución Final en la Conferencia de Wannsee.

 

Cioma (Louis Hofmann), un estudiante de artes judío que es obligado a trabajar en una fábrica de municiones para estar exento de ser deportado a los campos de concentración en 1942, se ve envuelto en una trama de falsificaciones mientras lucha por sobrevivir en Berlín. Con veintiún años, un poco de ingenuidad y otro tanto de valentía ante un futuro incierto que vaticina no muy brillante bajo el régimen nazi, Cioma comienza a falsificar documentos de identidad y pasaportes para Franz Kaufmann (Marc Limpach) y su grupo confesional protestante, ayudando a cientos de personas a escapar de Berlín y mejorando sus falsificaciones a medida que practica en un taller clandestino provisto por Kaufmann. Viviendo con su mejor amigo, Det (Jonathan Berlín), otro joven judío que lucha por conseguir cartillas de racionamiento, el protagonista busca vender los artículos de su familia -deportada a los campos de concentración- que fueron confiscados por el Tercer Reich. Haciéndose pasar por un oficial nazi conoce a una joven judía, Gerda (Luna Wedler), con la que mantiene una relación mientras intenta lidiar con la portera de su edificio, la señora Peters (Nina Gummich), esposa de un soldado enviado al frente, que teme quedar envuelta en algún problema por las acciones temerarias de su inquilino.

 

El film de Maggie Peren es una obra costumbrista donde la tensión es suplantada por la emotividad de los actores, los detalles sobre la vida en Berlín durante la Segunda Guerra Mundial y una aproximación al período de la Alemania nazi completamente diferente a la de prácticamente todas las películas que abordan esa época. A pesar de que la vida de Cioma pende de un hilo muy fino, el joven se pasea disfrazado de oficial nazi sin que nadie note nada por su apariencia aria, viaja en transporte público con una identificación bastante gastada y deambula por las calles de la ciudad después de ser despedido de la fábrica por llegar tarde repetidamente, hasta que logra falsificar un documento que le permite cruzar hasta Suiza, trayecto que realiza finalmente en bicicleta según sus memorias.

 

La intención del film es romper con los clichés sobre el nazismo y la guerra a partir de los recuerdos de una persona que vivió esa época y decidió presentar su visión de los acontecimientos a principios del Siglo XXI a avanzada edad. Peren busca alejarse de los lugares comunes haciendo hincapié en las consecuencias cotidianas del racismo en una obra que tiene escenas extraordinarias pero que no logra mantener el ritmo de los mismas y se apaga constantemente.

 

Peren cuida mucho de no juzgar, de buscar la voz del personaje y dejar a Louis Hofmann encarnar al personaje. Hofmann, actor conocido por protagonizar la exitosa serie alemana Dark (2017-2020), realiza una gran labor en la construcción de un personaje sobre el que trabajó durante todo el primer año de la pandemia de coronavirus, ofreciendo a la postre una actuación emotiva sobre un muchacho que busca encontrar su camino, que comienza a dibujar y a expresarse a través del diseño y que descubre en la falsificación de documentos una forma de ayudar al prójimo y salvar su propia vida.

 

El Falsificador revela cómo la vida en Berlín se movía alrededor de algo tan mundano como las cartillas de racionamiento y que la burocracia tenía efectos materiales palpables en la vida cotidiana que se sentían más que los delirios raciales nazis. De hecho, en la película prácticamente no hay oficiales nazis persiguiendo judíos, al igual que en las memorias de Cioma, una cuestión que llama poderosamente la atención del espectador acostumbrado a ver oficiales de la Gestapo, las SS y las fuerzas armadas por todas partes en los films sobre la Segunda Guerra Mundial, salvo contadas excepciones como El Barco (Das Boot, 1981), de Wolfang Petersen. Simplemente nos topamos con burócratas que cumplen con su deber, que tratan de vivir su vida cumpliendo las reglas y de ganarse sus preciadas cartillas u obtenerlas de cualquier manera.

 

El Falsificador es una historia sobre un mundo que se desmorona, y sobre lo que ocurre cuando perdemos todo y a partir de ello hay que encontrar una nueva existencia. En este caso, el protagonista pierde a su familia, a sus amigos, a su amor, su casa, su nacionalidad, absolutamente todo, para tener que escapar de la locura de un movimiento político extremista que transforma su vida y la de millones en un infierno. En el comienzo, el film da una pista sobre ese nuevo camino que Cioma emprende a partir del arte, desde el dibujo, una forma de expresar aquello que no se puede decir con palabras con una serie de bosquejos tan bellos como perturbadores sobre el horror de vivir bajo el nazismo.

 

Peren logra indagar en los pormenores de la vida bajo el nazismo y la guerra para construir un relato sobrio, con actuaciones excelentes, pero demasiado plano en su desarrollo narrativo, con emociones contradictorias y sutiles que ayudan a comprender mejor cómo es la existencia bajo una dictadura y cómo las personas muchas veces se juegan la vida sin darse cuenta, a veces por valentía, tal vez por un plato de comida, otras como una especie de juego para no caer en la locura o en la desesperanza, todas vías posibles para enfrentar el horror que se vuelve habitual.

 

La Conferencia (Die Wannseekonferenz, 2022), de Matti Geschonneck:

 

La Conferencia de Wannsee, en 1942, fue la conclusión biopolítica de las acciones de hostigamiento y persecución contra la población judía en Alemania y -con la guerra declarada- en gran parte del continente europeo. A pesar de ser uno de los momentos críticos de la historia del nazismo, la película del prolífico realizador alemán Matti Geschonneck es el tercer film sobre el ominoso acontecimiento y el único estrictamente pensado para ser exhibido cinematográficamente, ya que las restantes obras, La Conferencia de Wannsee (Die Wannseekonferenz, 1984) y La Conspiración (Conspiracy, 2001), son películas para la televisión, en el primer caso la TV alemana y en el segundo la inglesa y norteamericana.

 

El guión de Magnus Vattrodt y Paul Mommertz reconstruye la discusión y las conclusiones de la conferencia realizada por quince jerarcas nazis en los suburbios de Berlín en una mansión a orillas del lago Wannsee, en lo que hoy es un museo memorial del Holocausto, a partir de las notas y los protocolos encontrados en 1947 en el Ministerio de Relaciones de Exteriores que pretendían encontrar la Solución Final a la cuestión judía en Europa, material que fue utilizado como prueba en los Juicios de Nuremberg para la condena de diversos jerarcas nacionalsocialistas.

 

La película narra los pormenores de la conferencia organizada por uno de los representantes de los altos mandos de las SS, Reinhard Heydrich, a instancias de su superior, Hermann Göring, para comprender la participación de todos los involucrados en el exterminio de la población judía de Alemania y de los territorios ocupados de Europa. Las luchas de poder en el seno del Partido Nazi, las disputas legales y morales y las discusiones respecto de los datos técnicos son algunas de las cuestiones que el film de Geschonneck retrata con seriedad, severidad, serenidad y gran detalle.

 

La Conferencia es una coreografía dramática de actores experimentados que llevan a cabo sus papeles con precisión y armonía para retratar uno de los momentos más infames de la historia del Siglo XX. Tanto la dirección de Matti Geschonneck como las actuaciones de todo el elenco son brillantes, al igual que el guión basado en las transcripciones de la secretaria del criminal Adolf Eichmann, aquí interpretado por Johannes Allmayer.

 

Geschonneck intenta narrar lo inenarrable, lo incomprensible, cómo un puñado de personas pudo decidir sobre el destino de millones, cómo una camarilla pudo ser tan canalla de condenar a muerte a poblaciones enteras, con un estilo sobrio y realista que impacta, capaz de dejar al espectador sin palabras, prácticamente en estado de shock. Ver La Conferencia es una experiencia tan necesaria como desafiante, ya que durante todo el film los debates sobre cómo exterminar a la población judía de Europa dan escozor y retrotraen a un momento no tan lejano en el que esas cuestiones podían ser planteadas. Se podría argumentar que El Falsificador (Der Passfälscher, 2022) discute discursivamente con La Conferencia, planteando dos miradas sobre el mundo, la del hombre de Estado que cree a la razón de su lado y planifica una estrategia para eliminar a una población que considera su enemiga, impura, contaminante, y la de la víctima, que busca tácticas para escapar de la red tejida por el Estado para destruirlo.

 

La propia premisa del film, la reconstrucción de un acontecimiento histórico al pie de la letra basado en transcripciones de notas, supone que el entretenimiento será nulo, que incluso va a aburrir a los que no les interesa la temática, dado que el valor de la película esta representado por su interés histórico, por la reconstrucción de un momento traumático que debe ser recordado para que no se repita.

 

Lo que genera mayor interés de la obra es que la discusión que se lleva a cabo en la conferencia podría ser sobre cualquier otra cosa, ya que se realizan comentarios sobre cómo mejorar procesos, ahorrar recursos, impedir colapsos psicológicos por el estrés de las acciones a realizar y hasta cómo mejorar el ambiente laboral, situaciones que se podrían presentan en cualquier reunión en una empresa, una cooperativa, una dependencia estatal o hasta en un grupo de voluntarios haciendo una actividad ad honorem.

 

Desde todo punto de vista tanto los guionistas como el director buscan y logran generar una radiografía lo más nítida y objetiva posible, ofrecer un documento que no da demasiado lugar a las interpretaciones, una exposición del horror en toda su crudeza, una normalidad burocrática que podría repetirse. La Conferencia promueve la reflexión sobre la pregunta acerca de cómo las elites nacionales alemanas cayeron en los delirios antisemitas y cómo una sociedad entera se puede convertir en una organización retrógrada y reaccionaria que pretende apoyarse en supuestas tradiciones telúricas y de esta forma normalizar el horror.

 

El film de Geschonneck es un ejercicio de memoria insoslayable en tiempos de guerra e intolerancia como los actuales, con las teorías raciales nuevamente resurgiendo de las alcantarillas. Al igual que antes los enemigos de la libertad se disfrazan bajo los mantos de la misma libertad que minan para hacerse del control público y desatar nuevas represiones contra los que luchan por un concepto de libertad que parece alejarse a medida que el Estado y las corporaciones apuestan al caos para mejorar sus ganancias.