Así como las décadas del 70 y 80 fueron el período de gloria literaria de Stephen King, la misma exacta etapa marcó la cúspide de las adaptaciones cinematográficas de novelas y cuentos -más algunos guiones originales- del señor, una época de hecho fructífera que nos legó joyas como Carrie (1976), de Brian De Palma, El Resplandor (The Shining, 1980), de Stanley Kubrick, Creepshow (1982), de George A. Romero, La Zona Muerta (The Dead Zone, 1983), de David Cronenberg, Christine (1983), de John Carpenter, Los Ojos del Gato (Cat’s Eye, 1985), la recordada antología de Lewis Teague, y Cuenta Conmigo (Stand by Me, 1986) y Misery (1990), ambas de Rob Reiner, por ello incluso trabajos decididamente menores lograron destacarse por méritos propios en sintonía con Cujo (1983), también de Teague, Los Niños del Maíz (Children of the Corn, 1984), de Fritz Kiersch, Llamas de Venganza (Firestarter, 1984), de Mark L. Lester, Bala de Plata (Silver Bullet, 1985), de Daniel Attias, Ocho Días de Terror (Maximum Overdrive, 1986), realización del propio King, Creepshow 2 (1987), de Michael Gornick, Carrera contra la Muerte (The Running Man, 1987), de Paul Michael Glaser, Cementerio de Animales (Pet Sematary, 1989), de Mary Lambert, Antes del Amanecer (Tales from the Darkside: The Movie, 1990), de John Harrison, y Las Tumbas Malditas (Graveyard Shift, 1990), de Ralph S. Singleton. Sin duda alguna las dos mejores traslaciones televisivas de aquellos años son las miniseries It: El Payaso Asesino (It, 1990), de Tommy Lee Wallace, y Salem’s Lot (1979), de Tobe Hooper, esta última conocida en castellano como La Hora del Vampiro y/ o El Misterio de Salem’s Lot, a su vez los títulos que tuvo el libro original de 1975 en el mundillo hispanoparlante.
Siguiendo el mismo recorrido cronológico de las novelas ya que efectivamente se ubica entre el puntapié inicial, Carrie, y la consolidación de la popularidad y el enorme talento de King, El Resplandor, aquella querida Salem’s Lot de Hooper, unas tres horas divididas en dos capítulos para la CBS que también se transformaron en una película de 112 minutos para el mercado europeo, generaría tanto una secuela en plan de comedia negra, Regreso a Salem’s Lot (A Return to Salem’s Lot, 1987), una de las tantas sátiras sociales del genial Larry Cohen, y una remake tardía y en formato de miniserie para TNT, Salem’s Lot (2004), epopeya muy rutinaria de Mikael Salomon, como diversos correlatos conceptuales en el mediano y largo plazo, de allí el salto desde La Hora del Espanto (Fright Night, 1985), de Tom Holland, y Que no se Entere Mamá (The Lost Boys, 1987), de Joel Schumacher, hacia 30 Días de Noche (30 Days of Night, 2007), opus de David Slade, y por supuesto Buffy, la Cazavampiros (Buffy, the Vampire Slayer, 1997-2003), aquella serie de un Joss Whedon que supo expandir su guión para la faena del mismo exacto título de 1992 de Fran Rubel Kuzui. Presentada como una nueva lectura del libro cuando en realidad funciona como una remake de la miniserie de 1979 en línea con casi todas las otras reinterpretaciones del Siglo XXI y su histeria artística estándar, El Misterio de Salem’s Lot (Salem’s Lot, 2024) es una película escrita y dirigida por Gary Dauberman y producida por el inquieto James Wan que en algún momento se planeó estrenar en salas tradicionales aunque terminó distribuyéndose a través del servicio de streaming Max, lo que nos deja con una propuesta tan entretenida, prolija y simpática en su intensidad como previsible y endeble a escala discursiva y formal.
Si Hooper en su momento había recurrido a aquel villano tenebroso titular en la piel de Max Schreck de Nosferatu (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, 1922), el clásico de F.W. Murnau, para exacerbar la idea central de la novela de King, en esencia el hecho de combinar el vampirismo clasicista de Drácula (1897), de Bram Stoker, con ese motivo retórico de la infestación popular que va desde La Invasión de los Usurpadores de Cuerpos (Invasion of the Body Snatchers, 1956), de Don Siegel, pasa por La Noche de los Muertos Vivos (Night of the Living Dead, 1968), de George A. Romero, y llega hasta Mesías del Mal (Messiah of Evil, 1973), film lovecraftiano de Willard Huyck que claramente sirvió de inspiración tanto para el libro como para la odisea de TV, en esta oportunidad Dauberman traslada la acción al año 1975 de la novela, retiene el aspecto monstruoso del cabecilla de los chupasangres de la miniserie setentosa y en términos generales respeta la historia de siempre, hablamos del regreso después de un par de décadas de ausencia del escritor Ben Mears (Lewis Pullman, hijo del célebre Bill) al pueblito del título del Estado de Maine, cuyo nombre completo es Jerusalem’s Lot, y su amistad con un docente vernáculo, Mathew Burke (Bill Camp), y su romance con una muchacha que quiere abandonar el lugar, Susan Norton (Makenzie Leigh). La reconversión de los habitantes de la comarca en una pandilla de lacayos vampíricos se produce por obra y gracia del Nosferatu de turno, Kurt Barlow (Alexander Ward), y su cómplice/ sirviente humano, Richard Straker (Pilou Asbæk), dupla que abre una mueblería en Jerusalem’s Lot, la infaltable fachada, y de inmediato se dedica al sacrificio infantil y la metamorfosis escalonada de todos los ilusos en criaturas nocturnas.
Entre las aventuras pueriles/ adolescentes y el frenesí del horror ochentoso lúdico o quizás bien gore y autoconsciente, cerca de la mencionada La Hora del Espanto y El Regreso de los Muertos Vivos (The Return of the Living Dead, 1985), de Dan O’Bannon, aunque sin volcarse a la comedia o la parodia cultural tácita, El Misterio de Salem’s Lot privilegia una retahíla de jump scares apenas dignos por sobre el desarrollo de personajes, la paciencia narrativa o la originalidad en el rubro que sea y arrastra el problema estándar de muchas de las producciones de Wan, léase una factura técnica impecable que no compensa la chatura y redundancia de un guión sin agite anímico verdadero más allá de esa montaña rusa artificial promedio del Hollywood de hoy en día. El no muy brillante Dauberman, por lo menos, no se encariña demasiado con ningún personaje salvo Mears y Mark Petrie (Jordan Preston Carter), nene afroamericano que sabe defenderse y también llegó hace poco a Jerusalem’s Lot, abandona todo cinismo posmoderno, rasgo que ya estaba presente en sus guiones de marco “exploitation con generoso presupuesto” para las sagas comenzadas con Annabelle (2014), de John R. Leonetti, It (2017), de Andy Muschietti, y La Monja (The Nun, 2018), de Corin Hardy, y se mantiene muy fiel a los latiguillos de King, en especial un horror atravesado por lo mundano, ese relato semi coral, un protagonista escritor a lo alter ego, el contexto provinciano de Maine, la crueldad omnipresente en la infancia y la adultez, unos secretos a la vista de todos que rozan la complicidad, diálogos irónicos o inteligentes, un costumbrismo de impronta agridulce y una atractiva noción de contagio maléfico cotidiano. Condimentando el asunto con citas cinéfilas de la época, como aquel autocine que proyecta los thrillers La Piscina Mortal (The Drowning Pool, 1975), de Stuart Rosenberg, y Secreto Oculto en el Mar (Night Moves, 1975), el trabajo de Arthur Penn, o algún que otro afiche en la habitación de Petrie de La Caverna del Terror (Trog, 1970), la trasheada de Freddie Francis con Joan Crawford, y Sugar Hill (1974), delirio de Paul Maslansky que amalgama el blaxploitation y una venganza tracción a zombies, el film no le escapa a la mediocridad del mainstream del nuevo milenio aunque tampoco pasa vergüenza ni llega a ser tedioso ni mucho menos, en suma redireccionando aquella indignación de la década del 70 de King ante los complots, la manipulación y las mentiras generalizadas del Escándalo Watergate hacia la denuncia por lo bajo de una cobardía popular pancista que desde la ingenuidad, ignorancia o insensibilidad termina habilitando la penetración de una derecha parasitaria a cargo de psicópatas narcisistas que lo único que quieren es acumular poder, favorecer a sus amigos oligarcas y crear un séquito de fanáticos bobalicones fascistoides que los veneren…
El Misterio de Salem’s Lot (Salem’s Lot, Estados Unidos, 2024)
Dirección y Guión: Gary Dauberman. Elenco: Alexander Ward, Lewis Pullman, Makenzie Leigh, Jordan Preston Carter, Bill Camp, Alfre Woodard, John Benjamin Hickey, Nicholas Crovetti, Spencer Treat Clark, Pilou Asbæk. Producción: James Wan, Mark Wolper, Roy Lee y Michael Clear. Duración: 114 minutos.