Katie, de Michael McDowell

Una fábula del dinero y la moral

Por Martín Chiavarino

A pesar del interés inocultable que Michael McDowell detentaba por el horror y la muerte (coleccionaba todo tipo de objetos acerca del tema), sus primeras obras versaban sobre intereses distintos, alejados del terror. Estas novelas tempranas, que ya contenían una prosa cautivadora, no suscitaron el interés de las editoriales, tampoco del público y menos aún de la crítica literaria. Todo cambió cuando adaptó un guión de horror que había escrito bajo el título de The Amulet (1979). El éxito de su estilo símil terror gótico sureño, alimentado por sus experiencias en Alabama que incluso le sirvieron para su tesis de doctorado en la Universidad de Brandeis en Waltham, Massachussets, American Attitudes Towards Death, 1825-1865 (1978), una exploración de la muerte y su impacto en la cultura estadounidense bajo una mirada académica, fue inmediato, desatando la pasión del autor por un género que tenía acérrimos fanáticos que comenzaban a aflorar con la publicación de las novelas de escritores como Stephen King y Peter Straub, máquinas de generar best sellers. A The Amulet le siguieron Cold Moon Over Babylon (1980) y luego Agujas Doradas (Guilded Needles, 1980) y Los Elementales (The Elementals, 1981), novelas en las que el terror tenía un lugar preponderante.

 

Katie (1982), la quinta novela del prolífico McDowell, fue escrita al igual que las otras cuatro obras mencionadas en un período de gran fecundidad literaria entre fines de los años setenta y principios de los ochenta, época en la que también escribió novelas de misterio y suspenso bajo el seudónimo de Nathan Aldyne con su amigo Dennis Schuetz. Aquí el maestro del terror gótico sureño se adentra en el pequeño pueblo de New Egypt, en Nueva Jersey, para crear a una heroína común y corriente, la joven Philomena Drax, que vive con su madre al borde de la indigencia debido a una deuda hipotecaria contraída con el empresario industrial de la ciudad, John Varley, un hombre desagradable e irascible que vive para las apariencias y que siempre intenta sacar provecho de los menos afortunados que él.

 

La mala suerte de la joven Philomena parece cambiar cuando su abuelo postrado por un accidente le escribe a ella y a su madre una carta para recomponer la relación rota con su hija tras su casamiento, solicitándole a Mary que envíe a su hija a la granja familiar en Goshen, un poblado cercano a Nueva York, para ayudarlo a escapar con su fortuna de las garras de su cuñada, Hannah, la esposa de su fallecido hermano, que ha traído a su amante, John Slape, y a la hija de éste, Katie, a la otrora prospera granja a vivir con ellos. Cuando Philomena llega a Goshen para encontrarse con su abuelo y la familia Slape sus esperanzas se transforman en una pesadilla que la perseguirá sin piedad.

 

McDowell crea aquí una historia de época situada alrededor de 1870, cinco años después de la finalización de la Guerra Civil Estadounidense, un conflicto bélico generado por el intento de secesión de siete Estados del sur de Estados Unidos debido a su negativa a aceptar la abolición de la esclavitud. La carta del abuelo de Philomena llega luego de casi veinte años de distancia entre Mary y su progenitor, que nunca había aprobado la unión entre su hija y el padre de Philomena, fallecido en una de las batallas de la Guerra Civil. La carta genera un asomo de esperanza en la amargada existencia de Mary y Philomena, pero la perfidia de Hannah, John y su hija Katie, una joven sin moral con poderes adivinatorios y de la misma edad de la protagonista, hace añicos los anhelos de Philomena y Mary y abren un nuevo capítulo en su vida.

 

En Katie McDowell desarrolla dos temáticas preponderantes veladas por lo sobrenatural y el horror, la imposibilidad de la felicidad debido a la constante aparición de la tragedia y la tensión entre el dinero y la moral. En la quinta novela del autor de Los Elementales lo sobrenatural tiene una importancia secundaria y es representada en las aptitudes adivinatorias de Katie Slape, la hija de John Slape, un hombre de pocas luces experto en sabotaje ferroviario, y Madeimoselle Desire, una bailarina que fallece prematuramente en un accidente en plena representación. Desde el prólogo, el lector descubre la terrible falta de moral de Hannah y la pequeña Katie, quienes junto a John darán rienda suelta a su perversidad durante todo el relato.

 

Ambas temáticas ocurren siempre alrededor de Philomena. Las tragedias que impiden su felicidad son siempre acciones llevadas a cabo por los Slape, sujetos incapaces de distinguir entre el bien y el mal, entre su necesidad, su interés, su capricho y el crimen. Pero es el dinero, la abundancia o la falta de él, lo que mueve a los personajes. La esperanza de recibir una herencia de su abuelo conduce a Philomena a Goshen, pero es su buena educación, su belleza y su porte elegante los factores que generan que consiga trabajo de casualidad con la madre de Henry, el primo de Jewel, la hija de John y Catherine Varley, su acérrima enemiga, una chica bastante desagradable y con mucho dinero producto de la explotación de los trabajadores por parte de su padre. Empujada por la ambición y avaricia de sus progenitores, Jewel pretende casarse con Henry, que algún día heredará la fortuna de su madre, lo cual pondría a los Varley en una mejor posición económica, un peldaño más arriba en la exclusiva elite aristocrática de la costa este estadounidense. Pero Henry ha puesto sus ojos en Philomena, que a través de una serie de coincidencias termina trabajando como secretaria de su madre, la señora Maitland. Lo que parece una tragedia decanta en buena suerte producto de las acertadas decisiones de la protagonista, definidas por su cálido temperamento, su honradez y su sinceridad, cualidades ennoblecidas por su humildad ante la adversidad. Del otro lado, Jewel se comporta con una envidia y una soberbia insoportables, solo opacadas por las mismas actitudes de sus padres y la perfidia en general de los Slape.

 

La novela define así a dos tipos de personajes, aquellos que tienen éxito en base a sus virtudes y los parásitos que intentan aprovecharse del resto, ya sea los Slape del tío y el abuelo de Philomena robándoles su dinero, dejando que la granja se venga abajo y malvendiendo lo que queda por parcelas, amén de todos los que luego se cruzan por su camino, o los Varley, que se sirven de los trabajadores de New Egypt para vivir holgadamente en base al esfuerzo ajeno y tratan de embaucar a la señora Maitland y su hijo para aprovecharse de su mejor posición social. Ambos personajes, el lumpen y el empresario, son los parásitos de esta historia que enfrenta a la virtud y la honradez con la perfidia.

 

El horror está representado en las acciones de los villanos, los Slape y los Varley, personajes ambiciosos, incapaces de distinguir el bien del mal, que cometen crímenes o instalan mentiras para intentar quedarse con el dinero ajeno, sin medir las consecuencias, sin siquiera realmente comprenderlas, y en el caso de Katie dejándose llevar por impulsos homicidas. El horror es una causa de la total falta de empatía y piedad de los Slape y los Varley, que viven para satisfacer sus necesidades de sentirse superiores al resto sin merecerlo, lo que enfurece a Philomena y la paraliza por el miedo a una locura que le cuesta comprender, un mal que avanza y solo puede ser contenido con entereza, coraje, inteligencia y valentía, únicas virtudes que permiten plantarle cara.

 

En Katie McDowell ofrece una fábula en la que la honradez se encuentra con la más terrible de las insidias, la felicidad es el prolegómeno de la tragedia más terrible, y la obsesión por el dinero y la posición social producto de él afloran lo peor de la humanidad. El bien y el mal, los conceptos universales de bondad y perversidad, son la base de esta novela, en la que todos los personajes representan un papel que parece predefinido, dejando entrever que en todas las situaciones de la vida deberíamos detenernos a reflexionar profundamente sobre las consecuencias de nuestros actos antes de emprender una acción que luego puede conducirnos hacia el desastre.

 

Al igual que en todos sus relatos, McDowell ofrece un caleidoscopio de personajes que representan distintas ocupaciones, posiciones sociales y actitudes de la época en Estados Unidos, desde las mujeres que trabajan en bazares de mala reputación para conseguir dinero con el cual pagar el alquiler de una pieza hasta los campesinos y trabajadores explotados por John Varley en un crisol de clases sociales que se dan cita brillantemente, siempre dispuestos a colocar al lector en el espacio y tiempo en el que McDowell sitúa su obra. El autor del guión de Beetlejuice (1988), el film de Tim Burton, demuestra una vez más su talento para la creación de personajes, tramas y contextos de época, esos que desarrolla con gran destreza.

 

Katie, de Michael McDowell, es la tercera novela publicada por La Bestia Equilátera del autor de The Blackwater Series (1983), dado que ya había editado la celebrada novela de terror gótico Los Elementales y la exquisita Agujas Doradas, dos trabajos estupendos de un escritor alabado hasta la adoración por parte de los mejores colegas de su generación, precisamente Stephen King y Peter Straub, que siempre valoraron sus contextualizaciones de época, ese meticuloso estilo narrativo de corte artesanal que no deja ningún detalle al azar y su icónica creación de personajes, terreno en el que se destaca la perversa y amoral Katie Slape.

 

Katie, de Michael McDowell, La Bestia Equilátera, 2023.