Lamentablemente la ciencia ficción, un género tradicional amado por una enorme gama de espectadores, durante las últimas dos décadas ha caído en una infantilización progresiva en su vertiente mainstream, en especial bajo la forma de la bazofia interminable de los superhéroes (apenas exploitations del maravilloso Batman de Christopher Nolan) y esos vehículos anacrónicos para las figuritas de acción del momento (hijos bobos de sus homólogos adictos a los anabólicos de los 80/ 90). Dejando de lado tamaña banalidad, cuando ya nadie esperaba un regreso con gloria de la filosofía nihilista del cyberpunk y las distopías, hoy el genial Bong Joon-ho nos trae Snowpiercer (2013), una verdadera obra maestra que está a la altura de sus trabajos anteriores, las extraordinarias Memories of Murder (Salinui Chueok, 2003), The Host (Gwoemul, 2006) y Mother (Madeo, 2009).
El desembarco en Estados Unidos por parte de tres de los principales cineastas de Corea del Sur no podría haber sido más exitoso, ya sea que consideremos los opus concretos resultantes o el resguardo de los criterios de independencia e integridad artística: pensemos en cuántos colegas de la periferia han claudicado frente a los capitales hollywoodenses con vistas a conquistar el mercado internacional, fracasando miserablemente con productos anodinos. Continuando el período de bonanza abierto por Stoker (2013) de Park Chan-wook y El Último Desafío (The Last Stand, 2013) de Kim Jee-woon, Snowpiercer es otro ejemplo de coherencia procedimental, inteligencia estética y aprovechamiento de una evidente multiplicación de los recursos disponibles. Aquí el desarrollo pausado y un minimalismo autoconsciente van por delante de cualquier estupidez bombástica eventual.
Basándose en una novela gráfica francesa, el realizador y Kelly Masterson, responsable de la prodigiosa Antes que el Diablo Sepa que Estás Muerto (Before the Devil Knows You’re Dead, 2007), construyeron un guión que explora la estratificación social, los mecanismos de coerción y la posibilidad de una insurgencia dentro de un tren en perpetuo movimiento, en el contexto de un planeta congelado debido a la dispersión en las capas superiores de la atmósfera de CW7, un refrigerante artificial utilizado para combatir el calentamiento global. Con rasgos dictatoriales y una estructura piramidal militarizada, el ferrocarril funciona como un arca en la que cohabitan los últimos resabios de la humanidad y toda la vida terrestre en general bajo el dominio del misterioso Wilford, el magnate que inventó el “motor eterno” de la mega locomotora y segmentó el pasaje según su poder adquisitivo.
El film nos presenta una crónica pormenorizada de una revolución a escala en pos de una igualdad de condiciones negada sistemáticamente por las autoridades mediante la metáfora legitimante del sombrero (la elite asentada en el frente del convoy) y los zapatos (los pobres viajan en la cola). Como el grupo de menesterosos liderado por Gilliam (John Hurt) y Curtis (Chris Evans) no está muy satisfecho con su “posición predestinada”, comienza un motín contra la Ministra Mason (una hilarante Tilda Swinton) con la ayuda del experto en seguridad que diseñó las puertas entre los vagones, Namgoong Minsu (el siempre perfecto Song Kang-ho, actor fetiche de Bong). Así las cosas, la historia ofrece un derrotero fascinante que combina lo mejor de los thrillers de entorno cerrado, la sátira política, los dramas bélicos de resistencia, la comedia negra y el sadismo del terror más punzante.
Unificando el núcleo esencial de Metrópolis (1927) con las clásicas parábolas orwellianas referidas al lumpenproletariado y una burguesía parasitaria, Snowpiercer se abre camino dentro de la ciencia ficción para adultos a fuerza de trastocar los motivos centrales del género, léase el totalitarismo, la mediocridad cultural, el control colectivo y los actos de sedición libertaria. Una vez más el director hace gala de su virtuosidad técnica (en la lucha durante el túnel y la escena en el sauna) y recurre a un realismo violento y fulminante -que nunca descuida el humor- para denunciar/ ridiculizar el hedonismo fútil de nuestros días (todo el trayecto a partir del “vagón pedagógico” resulta ilustrativo). El humanismo de los desenlaces de Bong se enmarca dentro de un costumbrismo asiático que sopesa la crueldad y las barbaridades de los psicópatas con la vara de la equidad y esa ineludible venganza…
Snowpiercer (Corea del Sur/ Estados Unidos/ Francia/ República Checa, 2013)
Dirección: Bong Joon-ho. Guión: Bong Joon-ho y Kelly Masterson. Elenco: Chris Evans, John Hurt, Song Kang-ho, Tilda Swinton, Jamie Bell, Ed Harris, Octavia Spencer, Ewen Bremner, Ko Ah-sung, Alison Pill. Producción: Jeong Tae-sung, Steven Nam y Park Chan-wook. Duración: 126 minutos.